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Recetas de la ciencia económica

Afirmar a estas alturas que la economía es una ciencia social, de recetas difícilmente generalizables y previsiones inciertas no debería sorprender a nadie. Sin embargo, cabe recordarlo en estos tiempos de crisis, mientras la dictadura de los mercados financieros y el dogma de la eficiencia nos invaden y nos transforman. Un par de artículos recientemente publicados en La Vanguardia (02/01 y 03/01) ilustran claras discrepancias sobre cómo deberíamos encaminarnos a un futuro más próspero y, añadiría yo, social y ambientalmente responsable. Mientras Joseph Stiglitz, premio nobel de economía, argumenta que para salir de la recesión necesitamos “un programa de inversión pública a gran escala”, que “estimularía el empleo a corto plazo, y el crecimiento a largo plazo”, Wolfgang Shäuble, ministro alemán de finanzas, insiste que no se puede “impulsar el crecimiento sostenido o evitar la crisis de deuda soberana en Europa (o en cualquier otro lugar) mediante la acumulación de más deuda”. Que las ideas del primero son ahora ampliamente despreciadas en Europa, y en particular en España y en Cataluña, es obvio, tal como erróneo sería asumir que las actualmente vigentes nos conducirán hacia dónde deseamos. Como la vida misma, la ciencia y la política económica sólo reflejan unos principios que conllevan poner rumbo a un destino desconocido.

Artículo Stiglitz:
http://www.lavanguardia.es/opinion/el-mundo-que-viene/20110102/54096537634/que-nos-depara-el-2011.html
Artículo Shäuble:
http://www.lavanguardia.es/opinion/el-mundo-que-viene/20110103/54096699309/controlar-la-enorme-deuda-de-europa.html